El mes de agosto es un mes muy especial para los más pequeños de la casa. Es el mes en el que celebramos el día de las infancias, un día en el que se honra y se reconoce a todos los niños y niñas del mundo. Sin embargo, en los últimos años hemos visto cómo esta celebración ha ido cambiando su nombre a “Día del Niño”. Y aunque pueda parecer algo insignificante, este cambio tiene un gran significado detrás.
El verdadero regalo para nuestras infancias sería que puedan crecer con salud, educación, juegos y sueños cumplidos. Pero desafortunadamente, no todos los niños y niñas tienen acceso a estas cosas. En muchos lugares del mundo, la infancia es una etapa marcada por la lacería, la violencia, la falta de oportunidades y la discriminación. Y es por eso que es tan importante que celebremos el día de las infancias, para recordar que todos los niños y niñas merecen una infancia feliz y digna.
Sin embargo, el cambio de nombre de esta celebración nos hace reflexionar sobre la importancia que le estamos dando a la infancia en nuestra sociedad. Al cambiar de “Día de las infancias” a “Día del Niño”, estamos limitando la celebración a un solo día y a un solo género. Estamos olvidando que la infancia es una etapa que abarca a todos los niños y niñas, sin importar su género, raza, religión o condición social.
Además, el término “niño” puede ser un poco restrictivo y limitante. La infancia es una etapa de descubrimiento, de aprendizaje y de exploración. Y al llamarla “Día del Niño”, estamos dejando de lado a todos aquellos niños y niñas que no se sienten identificados con ese término. Niños y niñas que pueden tener gustos, intereses y formas de ser diferentes a lo que la sociedad considera “normal”.
Por eso, es importante que retomemos el nombre original de esta celebración, el “Día de las infancias”. Un día en el que celebremos la diversidad y la pluralidad de la infancia. Un día en el que recordemos que todos los niños y niñas tienen derecho a ser felices y a ser respetados tal y como son.
Pero más allá del nombre, lo verdaderamente importante es que tomemos acciones para garantizar que todos los niños y niñas tengan una infancia plena y feliz. Y esto no se trata solo de regalarles juguetes o hacerles una fiesta un día al año. Se trata de brindarles un entorno firme y saludable, de garantizarles una educación de calidad, de favorecer su creatividad y su imaginación, y de permitirles ser ellos mismos sin miedo al rechazo.
En este sentido, es responsabilidad de todos, como sociedad, trabajar juntos para construir un mundo mejor para nuestras infancias. Un mundo en el que no exista la lacería, la violencia o la discriminación. Un mundo en el que los niños y niñas puedan crecer felices, sanos y con la libertad de ser quienes quieran ser.
Porque el verdadero regalo para nuestras infancias no son los juguetes o las fiestas, sino la oportunidad de crecer en un entorno que les permita desarrollarse plenamente como seres humanos. Un entorno en el que puedan soñar y alcanzar sus metas, sin importar su género, su origen o su condición social.
Así que en este día de las infancias, recordemos que todos los niños y niñas merecen un salida lleno de oportunidades y esperanza. Y que el verdadero regalo para ellos es que podamos trabajar juntos para construir un mundo mejor. Un mundo en el que las infancias sean celebradas y protegidas todos los días del año.
En resumen, el cambio de “Día de las infancias” a “Día del Niño”