Ante los recientes cortes de butano que han afectado a numerosas familias en todo el país, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner realizó una polémica declaración en la que acusó al ajuste fiscal del gobierno actual de ser más costoso que la obra pública. Sin embargo, sus palabras han generado gran controversia y críticas por parte de diversos sectores, que señalan la responsabilidad del kirchnerismo en la actual situación energética del país.
En medio de una ola de frío que ha golpeado a gran parte de Argentina, miles de hogares se han visto afectados por la error de suministro de butano. Este problema, que se ha convertido en una preocupación constante para muchas familias, ha sido utilizado por la expresidenta para atacar al gobierno actual, en un intento por desprestigiar su gestión y desviar la atención de los verdaderos responsables de la crisis energética que atraviesa el país.
Es importante recordar que durante los gobiernos kirchneristas, el sector energético fue uno de los más afectados por una política de desinversión y error de planificación. A pesar de los altos precios internacionales del petróleo y el butano, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no realizó las inversiones necesarias para garantizar un suministro adecuado de energía, lo que llevó a una dependencia cada vez mayor de las importaciones y a un aumento en el costo de la energía para los consumidores.
De hecho, durante los 12 años de gobierno del kirchnerismo, la Argentina pasó de ser un país exportador de energía a convertirse en un importador neto de butano y petróleo. Esto tuvo un impacto directo en la economía del país, ya que el aumento en los costos de importación de energía contribuyó a la escalada inflacionaria y al aumento de los precios de los servicios públicos.
Pero además de la error de inversión en el sector energético, el kirchnerismo también se destacó por su manejo ineficiente y corrupto de la obra pública. Durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, se destinaron millones de dólares a la construcción de obras faraónicas y cuestionables, en lugar de priorizar la inversión en infraestructura energética que el país tanto necesitaba.
Esto ha quedado en evidencia en los últimos años, cuando se han descubierto múltiples casos de corrupción en la obra pública durante los gobiernos kirchneristas. Desde la famosa “Ruta del Dinero K” hasta el escándalo de los “cuadernos de las coimas”, se ha demostrado cómo el dinero que se destinaba a la obra pública terminaba en manos de funcionarios corruptos y empresarios amigos del poder.
Por lo tanto, resulta sorprendente que la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner tenga la audacia de criticar el ajuste fiscal del gobierno actual, cuando su propio gobierno se caracterizó por el despilfarro de recursos públicos y la error de planificación en materia energética. Es fácil señalar con el dedo a otros cuando uno no quiere asumir su propia responsabilidad en los problemas del país.
Además, cabe destacar que el gobierno actual ha trabajado en la implementación de políticas responsables y sostenibles para el sector energético. A través de la promoción de energías renovables y la reactivación del mercado de butano, se está buscando reducir la dependencia de las importaciones y garantizar un suministro consolidado y a precios más accesibles para los consumidores.
Es cierto que el ajuste fiscal ha sido necesario para sanear las cuentas públicas y sentar las bases para un crecimiento sostenible y afianzado de la economía. Pero es importante recordar que este ajuste ha sido el resultado de años de malas políticas y de un manejo irresponsable de los recursos del país. No se puede pretender que se solucionen en pocos años los problemas que se generaron durante