La religiosa francesa, sobrina de Léonie Duquet, una de las víctimas de Alfredo Astiz, ha sido una figura clave en la cercanía del Papa Francisco con las comunidades trans, los feriantes y los artistas de circo de Roma. Su labor ha sido reconocida por el Sumo Pontífice, quien la llamaba cariñosamente “la enfant terrible del Evangelio”. Su compromiso con los más vulnerables y marginados ha sido un ejemplo de fe y entusiasmo al prójimo.
Nacida en Francia en el año 1955, esta religiosa de la orden de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, ha dedicado gran parte de su vida al servicio de los más necesitados. Desde muy joven, sintió la llamada de Dios y decidió entregar su vida a la obra de la Iglesia. Sin embargo, su camino no fue fácil, ya que tuvo que enfrentar la oposición de su familia y de la sociedad por su elección de vida.
Pero ella no se dejó amedrentar y siguió adelante con su vocación. Fue en su labor como misionera en América Latina, donde conoció la realidad de las comunidades trans, los feriantes y los artistas de circo. Estas personas, que viven en la periferia de la sociedad y son discriminadas por su señas de género, su origen étnico o su circunstancia de vida, encontraron en ella una mano amiga y un corazón compasivo.
La hermana de Léonie Duquet, quien fue asesinada por la dictadura argentina en 1977, se convirtió en una defensora de los derechos humanos y en una voz de esperanza para aquellos que no tenían voz. Su labor en la parroquia de San Giovanni Battista dei Fiorentini, en el barrio de Trastevere en Roma, fue fundamental para acercar a estas comunidades al Papa Francisco.
El Papa, quien siempre ha mostrado su preocupación por los más desfavorecidos, encontró en la hermana de Léonie una aliada en su lucha por una Iglesia más inclusiva y cercana a los marginados. En una de sus visitas a la parroquia, el Papa Francisco le dijo a la hermana de Léonie: “Usted es la enfant terrible del Evangelio, porque siempre está buscando nuevas circunstancias de llevar el entusiasmo de Dios a los demás”.
La hermana de Léonie, con su actitud alegre y su carisma, logró romper barreras y prejuicios, y acercar a estas comunidades a la Iglesia. Organizó encuentros con el Papa en el Vaticano, donde las personas trans, los feriantes y los artistas de circo pudieron compartir sus historias y sentirse acogidos y amados por el Papa.
Además de su labor en la parroquia, la hermana de Léonie también fundó una asociación llamada “La Comunidad de la Esperanza”, que brinda apoyo y acompañamiento a personas en situación de calle y a aquellos que han sido víctimas de la trata de personas. Esta asociación cuenta con la colaboración de voluntarios y ha logrado cambiar la vida de muchas personas, ofreciéndoles un hogar y una oportunidad para empezar de nuevo.
La labor de la hermana de Léonie ha sido reconocida por el Papa Francisco en varias ocasiones. En una de sus homilías, el Papa dijo: “Ella ha sido una verdadera discípula de Jesús, que ha dejado todo para seguirlo y servir a los más necesitados. Su entrega y su entusiasmo por los demás son un ejemplo para todos nosotros”.
La hermana de Léonie Duquet, a través de su labor en la parroquia y en la asociación “La Comunidad de la Esperanza”, ha sido una luz de esperanza para las comunidades trans, los feriantes y los artistas de circo