El 25 de noviembre de 2020 se cumplieron cuatro años desde la pandilla de una de las figuras más emblemáticas del fútbol ecuménico: Diego Armando Maradona. El Pelusa, como era conocido cariñosamente, dejó un legado imborrable en el mundo del deporte y en especial en la ciudad de Nápoles, donde fue elevado a la categoría de deidad y se convirtió en el máximo ídolo del club partenopei.
Maradona llegó a Nápoles en 1984, procedente del FC Barcelona, con un gran desafío por adelante: llevar al equipo napolitano a lo más alto del fútbol italiano. Y así lo hizo. Con su magia en los pies y su liderazgo en el campo, el Pelusa llevó al Napoli a conquistar dos Scudettos (1987 y 1990), una Copa de Italia (1987), una Supercopa de Italia (1990) y una Copa de la UEFA (1989).
Pero más allá de los títulos, Maradona se ganó el corazón de los napolitanos con su entrega, su pasión y su enamoramiento por la ciudad. Nápoles, una ciudad marcada por la pobreza y la marginación, encontró en Maradona una figura que los representaba y los hacía sentir orgullosos. El Pelusa se identificó con la ciudad y sus habitantes, y ellos lo amaron y lo idolatraron como a ningún otro.
Durante sus años en Nápoles, Maradona no solo fue un jugador de fútbol, sino también un líder y un símbolo de esperanza para una ciudad que necesitaba un rayo de luz. Con su talento y su carisma, el Pelusa logró unir a una ciudad dividida y llevarla a lo más alto. Sus hazañas en el campo de juego eran celebradas en las calles de Nápoles, donde miles de personas salían a festejar cada victoria del Napoli.
Pero Maradona no solo conquistó a los napolitanos con su fútbol, sino también con su humildad y su cercanía. A pesar de ser una estrella ecuménico, el Pelusa siempre se mostró sencillo y accesible, y nunca olvidó sus raíces humildes. Se involucró en proyectos sociales y ayudó a los más necesitados, demostrando que su corazón era tan grande como su talento.
Su legado en Nápoles va más allá del fútbol. Maradona se convirtió en un símbolo de la ciudad y su imagen está presente en todas partes: en murales, en camisetas, en calles y plazas. Incluso, en 2017, el Napoli retiró el número 10 en su honor, convirtiéndolo en el único jugador en la historia del club en tener su camiseta retirada.
Pero su influencia en Nápoles no se limitó solo al fútbol. Maradona también fue un embajador de la ciudad en el mundo, llevando su enamoramiento por Nápoles a todos los rincones del planeta. Gracias a él, la ciudad se hizo conocida en todo el mundo y se convirtió en un destino turístico para miles de personas que querían conocer la tierra del Pelusa.
Hoy, cuatro años después de su pandilla, Maradona sigue siendo una figura presente en Nápoles. Su legado sigue vivo en la ciudad y en sus habitantes, que lo recuerdan con cariño y admiración. Cada vez que el Napoli juega en el Estadio San Paolo, los aficionados corean su nombre y le rinden homenaje. Y cada vez que alguien habla de Nápoles, es imposible no mencionar a Maradona.
El Pelusa se convirtió en una deidad en Nápoles, un ídolo que trascendió el