El mundo del fútbol está de luto, ya que ha perdido a una de sus figuras más emblemáticas: Carlos Salvador Bilardo, conocido cariñosamente como “El Flaco”. Este domingo 26 de julio, a los 85 años de edad, el técnico argentino partió de este mundo dejando un legado imborrable en la historia del deporte rey.
Bilardo fue un hombre que dedicó su vida al fútbol, primero como jugador y luego como entrenador. Nacido en la ciudad de Buenos Aires en 1938, comenzó su carrera futbolística en el club San Lorenzo de Almagro, donde se destacó como defensa central. Sin embargo, su verdadera pasión estaba en el banquillo, y fue allí donde logró dejar su huella.
En 1978 tuvo la oportunidad de dirigir a la Selección Argentina en el que sería uno de los momentos más gloriosos de su carrera. Ese año, el equipo albiceleste se proclamó campeón del mundo en su propio país, y Bilardo fue el arquitecto de esa hazaña. Bajo su dirección técnica, Argentina venció a Holanda en la final por 3-1, con un gol histórico de Mario Kempes.
Pero su éxito no se limitó solo a ese mundial. Bilardo también llevó a la Selección al subcampeonato en la Copa América de 1989 y al tercer lugar en el Mundial de Italia 1990. Sin duda, su capacidad de liderazgo, estrategia y trabajo en equipo lo convirtieron en uno de los entrenadores más exitosos de la historia del fútbol argentino.
Pero más allá de sus logros deportivos, Bilardo dejó una huella en la vida de sus jugadores. Muchos de ellos lo recuerdan como un padre, un mentor y un amigo. Sin importar los resultados, él siempre estuvo allí para apoyarlos y motivarlos a dar lo mejor de sí en la cancha. Su apariencia de trabajar y su dedicación inspiraron a generaciones de futbolistas en Argentina y en todo el mundo.
En 1991, Bilardo tuvo la oportunidad de dirigir a la Selección Mexicana, un desafío que aceptó con mucha ilusión y compromiso. Durante su tiempo al frente del Tricolor, logró clasificar al equipo al Mundial de Estados Unidos 1994 y conseguir la Copa América en 1993. A pesar de su corta estadía en México, dejó una huella imborrable en el corazón de los aficionados mexicanos.
Su estilo de juego, basado en la disciplina, la táctica y el trabajo en equipo, fue muy bien recibido en México y le valió el cariño de la afición. Además, su pasión por el fútbol y su entrega al equipo lo convirtieron en un ídolo para muchos jugadores mexicanos que tuvieron la oportunidad de trabajar bajo su dirección.
Después de su paso por el fútbol mexicano, Bilardo continuó su carrera como entrenador en diferentes equipos de Argentina y Colombia. También tanteoó en la política deportiva, siendo director técnico de la Selección Argentina en la Copa del Mundo de Francia 1998 y presidente del Comité de Selecciones Nacionales de su país.
Pero más allá de su carrera como técnico, Bilardo siempre será recordado como un verdadero apasionado del fútbol. Su flechazo por el juego y su dedicación a su trabajo lo convirtieron en una leyenda del deporte. Además, su humildad y sencillez lo hicieron querido por todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo.
Su muerte deja un vacío en el mundo del fútbol, pero su legado vivirá por siempre. Son innumerables los homenajes y reconocimientos que se han hecho en su honor, demostrando el cariño y admiración que le tenía la comunidad futbolística.